Restaurantes en Moscú: Hay que conocer estos sitios

McDonald’s, Burger King, KFC, Pierre Gagnaire, Nobu, Cristal Room Baccarat, desde hace tiempo que todas estas y otras muchas marcas de restauración de éxito internacional que abarcan una amplia gama de precios, se sienten en Moscú como en casa. También hay bastantes restaurantes y cafeterías de moda que cambian su aspecto y concepto principal casi de temporada en temporada. Claro que los sitios donde se pueden conocer los verdaderos gustos de los moscovitas son otros. Hemos elegido algunos de los establecimientos más originales y llamativos de la capital rusa, de los que difícilmente hablarán los conserjes de un hotel o la publicidad de las revistas de ocio.

Várvary, Strastnói bulevar, 8А

Un templo de la cocina ultramoderna a cargo del vanguardista chef Anatoli Komm. Aquí uno puede asomarse al futuro de la cocina rusa o, mejor dicho, probarla. En el menú hay borsch con foi-gras y panecillos “pampushki”, arenque “bajo el manto” envuelto en papel de remolacha, varéniki rellenos de cangrejo de Kamchatka y morillas rellenas. Una nota aparte reza que “Todos los productos utilizados son producidos en el territorio de Rusia y constituyen el orgullo de la agricultura nacional”.

Várvary es el único restaurante de Rusia incluido en la lista The S. Pellegrino World's 50 Best Restaurants. Es obligatorio hacer reserva.

Cheburéchnaia Druzhba, Pankrátievski per. 2

La “cheburéchnaia” más conocida de Moscú se encuentra en un sólido edificio de tres plantas bajo un cartel que reza “Pescad con nosotros”, junto a la estación de metro Sújarevskaia. Druzhba es un restaurante de plato único, el menú está basado en los “chebureki”: empanadillas planas, triangulares, hechas de masa ázima rellena de carne picada. Desde los años 1970, Druzhba no ha cambiado. La unión dialéctica de la severa realidad proletaria y los épicos banquetes llenos de conversaciones sobre el alma rusa se refleja en las cortinas, los vasos tallados y las colas en el mostrador. Según las reglas del género, se come de pie a la vez que se habla de política, acompañando el vodka y el coñac con cerveza. Las mesas las recoge una malhumorada señora de edad indefinida que viste una bata sucia. No hay aseos. Uno puede lavarse las manos en el lavabo azul claro de la entrada.

Chaika, calle Marksístskaia, 7

El restaurante del conocido chef experimental ruso Dmitri Shurshakov está situado en un impresionante palacio contemporáneo. El chef de Chaika es un adepto a la “cocina rusa innovadora”, que reúne las tradiciones gastronómicas internacionales de la URSS y la tecnología ultramoderna. En el menú hay “remolacha con queso en 5 estados”, “carne del salvaje”, arenque  envuelto en algas negras preparado al vapor y acompañado con puré de papas, y risotto crujiente de color verde brillante con sabor a anguila ahumada y fresa. El restaurante está incluido en la lista The S. Pellegrino World's 100 Best Restaurants. Se recomienda reservar.

Casa Central de los Literatos (TSDL), calle Povarskaia, 50

Una de las atracciones gastronómicas más importantes de Moscú. En el menú hay platos de la cocina rusa más fina con un ligero toque francés. El restaurante es único tanto desde el punto de vista gastronómico como desde el punto de vista histórico. Se encuentra en la calle Povarskaia, en un palacio con historia construido en 1889 para el príncipe Sviatopolk-Chetvertinski. En la época soviética, este edificio “que parecía un castillo” fue entregado en propiedad a la Unión de los Escritores. El restaurante que funciona en él es “sólo para los de la casa”, uno de los menos accesibles del país. La mayoría de los objetos decorativos son piezas auténticas: chimeneas, tapices florentinos de finales del siglo XVI, la araña regalada a Gorki por Stalin y unas columnas de sándalo.

La cafetería Pelmeni, calle Krásina, 9, ed. 1

Representante de un concepto muy popular antaño que se ha conservado casi milagrosamente desde la época soviética. “Pelménnaia” es un invento del gobierno soviético, que transformó las tascas y las tabernas tradicionales rusas en los no menos populares entre la población de la URSS “restaurantes de la III categoría”, donde se servía un solo plato: filetes rusos, chebureki, pelmeni (raviolis con carne), varéniki, etc. En la cafetería Pelmeni hay una sola mesa, el resto de los sitios son de pie. Según cuenta la leyenda, al poeta Iósif Brodski durante sus visitas a Moscú le gustaba beber y comer aquí. Para sentir el espíritu del socialismo, hay que pedir un “business lunch” proletario de aquella época: una ración caliente de pelmeni, una botella de cerveza Zhigulióvskoie y 50 ml de la vodka Stolíchnaia. Aparte de los pelmeni, en el menú hay sopas, ensaladas, arroz con carne (plov) y los clásicos “pirozhkí”, empanadillas rellenas de repollo.

Turandot, bulevar Tverskói, 26/5

La maravilla de la Moscú contemporánea, un palacio neobarroco de tres plantas al estilo chinoiserie, decorado según las más estrictas normas del art decó. Turandot es el primer restaurante ruso que no fue creado para recuperar las inversiones a corto plazo y uno de los establecimientos más caros del mundo (el volumen total de las inversiones alcanza los 50 millones de dólares). Este restaurante, que lleva el nombre de la bella princesa china, no sólo ofrece una decoración complicadísima, sino también una refinada cocina palaciega con los mejores platos europeos, japoneses y chinos.

La cantina en el andén de la estación Arbátskaia del metró de Moscú, en la línea Filióvskaia

La mayoría de los pasajeros no sospecha siquiera que en algunas estaciones del metró haya cantinas situadas directamente en el andén. Claro que sus clientes principales son los maquinistas de los trenes, los policías y otros trabajadores, pero también puede entrar gente normal y corriente sin uniforme. La cantina situada en el andén de la estación Arbátskaia es un lugar único que se ha conservado intacto desde la época soviética. En esta minúscula cafetería sólo hay tres mesas. El lacónico menú incluye sopa, salchichas, plov (arroz con carne), “pirozhkí” y compota. Durante la comida uno oirá constantemente la frase “Atención, las puertas se están cerrando. Próxima estación, Smolénskaia” o “Próxima estación, Alexándrovski Sad”, según sea la dirección del tren.  Pueden encontrarse establecimientos parecidos en las estaciones Kíevskaia (línea Arbátsko-Pokróvskaia) y Vóikovskaia.

Yar, avenida Leningradski, 32/2

Este lujoso restaurante palaciego, uno de los más antiguos de la ciudad, fue el establecimiento de ocio más importante de Moscú antes de la Revolución. Fue fundado el 1 de enero de 1826 por un mercader moscovita de origen francés, Tranquille Yard (según una de las versiones, con el dinero ganado en el hipódromo de Moscú). Entre los clientes fijos del Yar figuraban los apellidos rusos más célebres, sin excepciones: Pushkin, Rasputin, Tolstói, Chéjov, Kuprín, Blok, Esenin, Maiakovski, Gorki, Shaliapin, Repin, Vrúbel, etc. En la época soviética el restaurante sólo trabajaba para los invitados más importantes del gobierno y los altos funcionarios del partido (en 1952 y según una imposición personal de Stalin, al Yar se le anexó el hotel Sovietski a modo de residencia oficial del gobierno). El Yar actual es un restaurante con espectáculo. Un análogo al Moulin Rouge parisino, pero a lo ruso: un gran escenario de dos plantas, señoritas con largas piernas en trajes que simulan pájaros del paraíso, acrobacia, osos, romanzas gitanas y un montón de comida rusa festiva con un toque de tradiciones antiguas.

Fuente: Rusia Hoy (Dmitri Alexéiev)
Fotos de RIA-Novosti,Kommersant, ITAR-TASS

 

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Publicado por Unknown on martes, enero 24, 2012.

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